ESO

 

Me encanta jugar con las palabras e inventarme historias.

A veces,  me escribes para decirme que te ha encantado y otras me preguntas… ¿qué te fumaste antes de escribir?

¿Cómo no me va a gustar escribir y publicar?

Me lo paso muy bien antes, durante y después.

Gracias por comunicarte conmigo.

 

Estos días andaba preparando un taller para personas que están emprendiendo proyectos con alma, creando su marca personal. Voy a hablarles del autoconocimiento, de cómo conocerse mejor y conectar lo que eres con tu marca, esa que no busca vender afanosamente sino aportar algo de valor. Algo que le sirva a alguien. Algo que embellezca. Hay personas cuya marca ocupa un lugar honorífico en mi interior porque lo que hacen, cuentan, crean o dicen; me inspira, me sirve, me alimenta, me endulza.

Alguien dijo alguna vez que los emprendedores son buscadores insatisfechos. Tal vez son personas que no pueden evitar escucharse y perciben que esa personita que corretea por sus adentros anhela algo más humano, más auténtico… ese lugar al que pertenecer. Ese hogar donde ser libremente, encender la chimenea, ponerse unos calcetines de lana, darle al play, prepararse algo rico de beber y colgar el cartel de “no molestar, estoy haciendo lo que amo”.

 

¿Cómo funciona esa aventura de conocerte y encontrar tu lugar en el mundo?

¿Cómo se lo vas a contar a esas personas que acudirán al taller? – me pregunté.

 

Porque encontrar tu lugar en el mundo puede convertirse en una aventura demasiado sofisticada. Pero en el fondo, y en la superficie, encontrar tu lugar en el mundo es algo muy doméstico. Una pieza de arte de lo más artesana cuya belleza está en proporción directa con la belleza de su creador.

Puedes transitar muchos caminos, leer los mejores libros de branding, frecuentar terapias para pulirte y  rodearte de excelentes profesionales. Puedes buscar en tus ancestros, en lo que comes, en cómo respiras, en las cartas y las estrellas…  encontrarás muchas respuestas útiles, ordenarás algún caos, soltarás algún petate, desenmarañarás algunas lanas… Sin embargo, seguirá faltando el pegamento que sostiene todas las piezas.

El ingrediente que marca la diferencia.

La lección que nadie te enseña porque no se puede describir, aún cuando no hay un ser humano que la desconozca.

 

Se trata de lo que hay detrás de…

Ese WOW cuando entras en esa casa donde te quedarías a vivir.

Tu estómago reconfortado con las lentejas de tu abuela.

Esa mirada cómplice de tu amigo de toda la Vida.

El escalofrío que te recorre cuando conquistas una cima.

Dedicar el día a preparar una cena en casa.

Mirar las estrellas con la nariz helada envuelta en un abrazo.

La señora María contándote en su tienda de barrio como cocina su pastel de calabaza.

Regar las plantas y saber que el agua no es tuya.

El nacimiento de tu sobrino.

Tu padre llevándote el zumo de naranja a la cama cuando vuelves a casa por Navidad.

El latido caliente de tu corazón bajo tu jersey de cenefas.

Modificar tus horarios para desayunar con tu hija.

La sonrisa de un desconocido.

Sentir que tus pasos son acogidos por la Tierra.

 

Quizá a estas alturas, ya lo hayas descubierto.

 

Es el AMOR.

Encontrar tu lugar en el mundo es una cuestión de Amor.

 

En Librentura mi lema es poner Amor en aquello que hacemos y ese amor empieza por abrazar lo que eres. Es lo que vamos a hacer en la próxima edición de Des·cúbrete, el curso online para amar lo que eres y encontrar tu lugar en el mundo.