
No puedes imaginar lo que me costaba (o sí) trazar las letras entre aquellas líneas. Mi letra era grande. Me entraron ganas de llorar porque en aquel momento me resultaba imposible hacerlo.
Al principio lo hacía mientras trabajaba en comunicación, hasta que mi cuerpo dio señales de cansancio y tuve que parar. Y elegir.
Dejar un puesto de responsabilidad en el mundo corporativo para hacer lo que quería hacer no fue fácil, pero acabé rindiéndome ante la clara relación entre las desazones del cuerpo y el aprieto del alma por vivir una vida coherente. La enfermedad te vuelve vulnerable y menos inocente. No te deja seguir viviendo como lo has estado haciendo, no te deja ser quien creías ser; pero a cambio te da un lienzo en blanco (sin líneas) y algunas ceras de colores.
Cada vez más, mis días transcurren al son de la Naturaleza. No hay nada que allí no esté escrito.
También me gusta contar historias. Por eso escribo, y cocino.

Ese horizonte limpio y lleno de posibilidades me entusiasmó. Y también me asustó. Todavía hay días que me pregunto si lo estaré haciendo “bien”. Sin embargo, esta es mi mejor manera de estar en el mundo.
Marta
Llevo diez años plenamente dedicada a acompañar a las personas en su camino de desarrollo humano, a través de consultas individuales y también de talleres y cursos en distintas organizaciones. Mi objetivo personal y profesional es que nuestro futuro no sea una repetición del algunas tendencias del pasado y podamos generar maneras más creativas, satisfactorias y placenteras de estar en la Vida.
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