EQUIVOCATE MEJOR

 

Miedo a perder una oportunidad, a perderte, miedo a no acertar, miedo a que una vez más no salga como deseas, miedo a enfermar, miedo a no encajar, miedo a que la Vida se te esfume sin haberla vivido a tu manera, miedo a que suceda, miedo a que no suceda, miedo a dejarte llevar.

El fin de semana estuve paseando bajo la lluvia con una mujer que está a punto de dar un giro caleidoscópico emprendiendo un proyecto personal y profesional que poco tiene que ver con su trayectoria hasta el momento. La cuestión es que lleva años estando a punto de dar ese giro a su Vida: ¿te suena?

¿Y si no sale? ¿Y si no soy lo suficientemente buena? ¿Y si pierdo? ¿Y si no encuentro apoyos?

No suelo ser muy miedosa. Es más, las mejores cosas que me han sucedido son aquellas cuya voz no pasó por el filtro del miedo. Sin embargo, cuando el miedo se va haciendo un hueco en mi cabecita me desconecto y entro en modo y si.

 

Y es que, a veces, tenemos pánico a equivocarnos, ¿sabes por qué?

 

Porque creemos que todo depende de nosotros.

Hemos olvidado que pertenecemos a un campo más grande que nosotros mismos. Curiosamente es el miedo quien interrumpe esa sensación de sabernos protegidos y en sintonía con esa corriente vital que actúa como faro.  

 

Porque vivimos bajo la polaridad acierto-error.

¿De verdad no cometer errores significa que eres más listo, exitoso o apropiado? Me gusta pensar que los errores no son más que resultados que no me satisfacen y que están allí para dirigir mi mirada hacia algo que pide ser transformado.

 

Porque hemos sido educados para hacer lo adecuado y no cometer locuras.

Y es que se le llama cometer locuras a cualquier cosa que dé un giro de tuerca a esa aparente estabilidad y seguridad que pretende la mayoría. Y no es que tenga nada en contra de la mayoría, lo que sucede es que me encanta la gente que da un saltito y sale de esa aglomeración.

 

Porque navegar en las aguas de la incertidumbre nos produce vértigo.

Lo que sucede es que no podemos controlar si mañana habrá marejada o podremos salir a navegar. De lo que sí somos capaces es de decir sí a lo que es, a lo que está siendo, dando respuestas menos emocionales y más confiadas a la situación.

 

Porque como en casa no se está en ningún sitio.

No dudo que el mar tórrido de agosto tiene algo de placentero. Sin embargo, cuando algo no sale como esperábamos o cuando valientemente elegimos hacer un cambio sin garantías, hay una armadura que se resquebraja y sentimos que podemos respirar más desnudamente, que estamos más cerca de nosotros mismos y alineados con ese curso del río que, en lugar de permanecer anodinamente estancado, sigue su camino.

 

Porque podríamos dañar a alguien y sentirnos culpables.

Sucede a veces que hacer lo que quieres y lo que te pide el cuerpo, no coincide con los deseos de los demás y puede que aprovechen para recordarte que no lo estás haciendo bien. Nuestras decisiones y nuestras maneras son tejidas sobre un telar donde todos habitamos. Tu hilo y el mío se entrelazan. A veces, es maravilloso y otras, duele como un infierno. ¿No es inevitable? Lo que sí podemos evitar es entrar en juegos de culpabilidades.

Para mi hay una medida que no suele fallar: cuando me siento en paz con mi decisión, aunque algunas lágrimas ajenas o propias se derramen sobre ella, es señal de que vale la pena continuar por la senda escogida. Sin embargo, cuando siento inquietud, cuando siento que no hay una sensación de quietud y entendimiento entre mi estado interno y la decisión, entiendo que todavía no es el momento. Entonces, permanezco relajadamente alerta, dejando que el telar vaya también mostrando su dibujo. Por supuesto, es sólo una manera de hacerlo.

 

Porque tener miedo es de cobardes.

Tener miedo es FABULOSO. Y dejarlo que se siente a tu lado es de valientes. Es acallarlo lo que nos convierte en cobardes. El miedo nos muestra que somos de carne y hueso, que hay una fuerza que une y conduce vivencias y guiones, que es tiempo de dejar de evaporarnos entre las prisas y demás excusas y… escuchar, escucharnos. Y quizá, de acometer algún cambio.

 

 

Equivócate.

Celébralo.

Acepta lo inevitable.

Y amemos el miedo: nos muestra tantas cosas…

 

A las personas les gustan las personas que escuchan y siguen su vocecita.

Te aseguro que no estarás solo.  

En Descúbrete somos cada día más…

 

 

Y tú… ¿cómo te llevas con tus miedos?